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¡AGUA VA!
EL PEQUEÑO RETIRO ARKAKUSO
El término castellano retrete, lleva implícita consigo la idea de in-timidad, ya que deriva de la palabra catalana “retret” (del latín retractum), que significa persona retraída, tímida o recatada.
Si observamos la historia, nos percataremos que no siempre el hacer de vientre ha ido asociado a la intimidad, y no es hasta el siglo XVI cuando una serie de factores sociales y religiosos llevó a que este hecho fuese algo impúdico.
Esta nueva moralidad individualista rodeó de complejidad un acto tan primario como es el defecar. Los sistemas de evacuación fueron complicándose desde un sencillo receptáculo de materia orgánica, hasta una compleja red de conductos que atravesando todo el edificio llega hasta nuestro aparato. También es de considerar que está individualización del retrete trajo consigo un mayor gasto energético, suponiendo hoy en día más del 30% del consumo de agua en cualquier hogar. Desde un punto de vista fisiológico, el retrete no ha traído mejoras para nuestra salud; mediante la postura que adoptamos en estos aparatos, obstruimos el intestino grueso, siendo las llamadas placas turcas las más recomendables pues defecando de cuclillas dejamos de obstruir el intestino.
Sin embargo, junto a la moralidad individualista y púdica que trajo consigo, el retrete también nos ofrece una fortaleza impune a los factores externos, nos aporta momentos de soledad, intimidad e incluso experiencias introspectivas. Algunos artistas reflexionan sobre este hecho. Mónica Bonvicini con su obra Don´t miss a second, crea un retrete cuyo cerramiento es un vidrio-espejo, impidiendo cualquier intento de voyeurismo. El transeúnte tan sólo conseguirá verse a sí mismo, mientras que desde el interior podremos observar cuanto acontece a nuestro alrededor. Jonas Dahlberg en sus intalaciones Safe Zones nos hace creer que una cámara viola nuestra intimidad, percatándonos más tarde que las imágenes emitidas en el monitor son las de una réplica en maqueta del retrete.
Japón es sin duda el país referente en la evolución del retrete. Aquí los inodoros se han usado desde el inicio de la civilización, siendo el retrete tradicional similar a la placa turca. Tras la segunda guerra mundial Japón asumió el inodoro occidental con cisterna, que finalmente a derivado en “washlets” o retretes con bidet incorporado. Estos últimos incluso pueden tener un sistema que analiza nuestro orín y excrementos. Es curioso ver que la evolución del retrete en Japón trae consigo un mayor consumo del agua, una peor postura a la hora de hacer de vientre, incluso una peor calidad espacial. Los maestros del movimiento moderno hicieron asumir a los occidentales ideas espaciales y perceptivas de la arquitectura tradicional japonesa. No se atrevieron a ir más allá, y reinventar el inodoro, planteando retretes tan agradables como el de los templos Japoneses. <<<
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